¿Una teología del fracaso?
Restos del naufragio del American Star (SS America) en la costa de Fuerteventura, foto de Wollex, CC BY-SA 3.0 . (Imagen modificada mediante recorte).

¿Una teología del fracaso?

All of old. Nothing else ever. Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better.

Samuel Beckett, Worstword Ho

Desde hace un tiempo vengo pensando en torno (y pensar es “girar” de algún modo, dar vueltas) la idea de la iglesia como intento de comunidad o como la comunidad del intento1. El mantenerse en la “intención” (o el tender hacia o estar en-tendencia) de la iglesia implicaría la imposibilidad de “obtenerla”, de lograr asir definitivamente aquello hacia lo cual se tiende. De alguna manera se trata de un estar siempre en tensión (en este caso “tensión”, aunque suena parecido, no tiene relación alguna con intención: “parecido no es lo mismo, caballero”), de no descansar porque la tarea es infinita… Claro, no nos gusta la incertidumbre de la búsqueda, nosotros también nos hemos aliviado con la mujer, con el pastor y con el padre: buscar, se trate de monedas, ovejas o hijos, incluso cuando uno podría apoyarse en la tranquilidad de las noventa y nueve o de los mayores, nunca nos es grato. Así las cosas, no pasa demasiado tiempo hasta que sometemos nuestra búsqueda —y por tanto nuestra angustia— al arbitraje de los resultados y salimos del estado de peregrinos, de los que buscan sin pausa, de los que no tienen dónde reposar la cabeza, para pasar a descansar, mal o bien.

Eso es el éxito 2:

Del lat. exĭtus, salida. 1. m. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc. 2. m. Buena aceptación que tiene alguien o algo. 3. m. p. us. Fin o terminación de un negocio o asunto.

De las tres acepciones, dos corresponden al resultado o al término de algo. En eso consiste el éxito, no tanto en que sea bueno o malo sino en que se termina algo, y siempre será bueno terminar, incluso si no siempre se termina bien. Una teología del éxito es una teología del escape, de la salida, del fin de la fe (porque fe es siempre espera, certeza que es al tiempo incertidumbre y viceversa, una intención o un tender hacia lo que se espera en el modo del “todavía no”). Por eso es que, al preguntar “¿por qué nos cuesta tanto comprender (que tiene un sentido mucho más amplio que meramente “entender”) la iglesia como intento?” o “¿por qué nos hemos abandonado tan rápidamente a las recetas seguras y a los éxitos?” no nos cuesta tanto intentar una respuesta: Creo —intuyo—, que se debe a nuestra incapacidad para permanecer en la incertidumbre de la búsqueda; no somos capaces de continuar buscando porque lo infinito de la tarea, lo inalcanzable y muchas veces incluso irrepresentable de su prescripción (debemos buscarla, pero ni siquiera sabemos qué o cómo) nos excede, nos intranquiliza, nos mantiene en alerta y no nos deja descansar.

Pensando en todo esto me crucé con la siguiente frase que cité al comienzo de esta entrada: “Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better.” [“Siempre intentando. Siempre fracasando. No importa. Intentar de nuevo. Fracasar de nuevo. Fracasar mejor”.] No es éste el lugar para hablar de Samuel Beckett, tampoco podría decir demasiado. Sin embargo creo que “fracasar” (fail) sí conlleva sentidos que quisiera explorar con el fin de proponer algo así como una “Teología del Fracaso”. No podré elaborar todo lo que quisiera aquí y ahora mismo, pero sí quisiera señalar algunos aspectos que harían posible comenzar a pensar en una tal teología:

  1. “Fracasar” vendría del italiano fracassare, que al tiempo tendría su origen en el latín quassare (sacudir, agitar). En italiano quiere decir “romperse algo estrepitosamente”. María Moliner da como sentido antiguo de fracasar justamente ése: romper algo haciéndolo pedazos. Su uso en castellano remite en su origen fundamentalmente al naufragio de un barco (así lo indica María Moliner) al chocar con escollos. Su sentido actual es, según María Moliner, el siguiente: “No dar una cosa el resultado perseguido con ella: ‘Han fracasado las negociaciones’. / («en») No conseguir en cierta cosa el resultado pretendido: ‘Fracasó en su primer intento’. / («como») No tener éxito con cierta actividad y tener que abandonarla: ‘Fracasó como cantante’. / No conseguir alguien en la vida la situación a que aspiraba.

  2. Para que la intención se mantenga en-tendencia, la intención no puede tener “éxito”, no puede salir-se o dejar de buscar, y para eso no debe encontrar. Entendida así, fracaso (como el no conseguir el resultado… o no conseguir resultado “.” —punto) entraña sentidos necesarios para una teología… al menos para una teología cristiana… especialmente si se trata de no conseguir en la vida una situación a la que se aspiraba, sea porque se ha renunciado a ella, o porque se ha elegido “chocar estrepitosamente naufragando”. El sentido paradójico de muchos textos evangélicos seguramente permitiría interpretar el seguimiento cristiano como un fracaso en términos de resultados egoístas…

  3. Una teología del fracaso es, además, contracultural y vitalmente relacionada con las situaciones reales de millones de personas: en una sociedad que ensalza los resultados y las salidas, romper con el ciclo de la economía restringida en virtud de un fracaso (o de una no-producción) nos presentaría la posibilidad de dar un salto y ubicarnos en una economía general del derroche, de la pérdida y por tanto del don y de la gracia. En la economía restringida del cálculo el comercio ocupa el aspecto fundamental que rige las relaciones de la totalidad y de sus partes… el éxito (el cierre de la operación de intercambio, el premio por haber participado, etc.) es su manifestación. En la economía general el don o el derroche son los aspectos definitorios, el fracaso (no dar una cosa el resultado perseguido con ella) es inevitable: ¿qué puede obtenerse con una tarea de antemano imposible, a saber, la de constituir la comunidad?

Estas son sólo algunas de las cuestiones que habría que tener en cuenta. Podría agregar la relación entre el lenguaje sobre Dios y el fracaso (o el fracaso necesario de toda representación / concepto / imagen de Dios); el fracaso de Dios con los seres humanos; el fracaso de los seres humanos con Dios; tantos otros fracasos, humanos y divinos.

Pero habrá que seguir pensando, habrá que seguir fracasando, habrá que intentar otra vez y fracasar aún mejor.

Habrá… habrá que dejar aquí y seguir en otro momento.

Hasta el fracaso siempre…

Oscar


  1. Ver la entrada sobre la iglesia  ↩︎

  2. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 22da ed., https://dle.rae.es , Abril de 2008. ↩︎

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