Sobre la iglesia

Hace poco me pidieron que contara un poco qué pensaba sobre la iglesia y la teología, cuáles eran mis sueños con respecto a estas dos “ideas”, bueno, acá les dejo, adaptado, mi intento de respuesta.

En primer lugar quería decir, en muy pocas palabras, cómo sueño la iglesia. La palabra que mejor define mi comprensión de la iglesia es la de “intento de comunidad”. En ese sentido, la iglesia es un intento, un “tender hacia”, algo a alcanzar pero no alcanzado aún, no al menos en su plenitud, plenitud que, por otro lado, agotaría la intención/intento. En un sentido es lo que se quiere decir cuando se afirma Ecclesia semper reformata, semper reformanda. Creer haber llegado es la peor de las distancias, la que no se reconoce… En cuanto a la idea de comunidad, no la entiendo como esa entidad cerrada sobre el “nosotros” originario en la que muchas veces los procesos de exclusión tienen preeminencia sobre los de inclusión y en la que rasgos particulares se vuelven criterios de (no) pertenencia. Prefiero entender la comunidad como carga compartida, como tarea y responsabilidad por el/la otra/o, pero al mismo como don, como acontecimiento, como aquello que trasciende la voluntad fundadora o apropiadora de unos sobre otros. Si es don o acontecimiento, la comunidad no pertenece a nadie ni nadie le pertenece. “Pasa”, en el sentido de algo que se da, que nos pasa, de lo que no somos dueños ni podemos evitar. Así, más que construir la iglesia, la iglesia es siempre buscada: pasa, acontece, y allí donde pasa y acontece hay que buscarla/encontrarla. No se pro-duce (no se la con-duce, no se la lleva), en todo caso se acerca uno a ella, se deja abrazar por ella, se aferra uno a ella y a sus cambios… se cambia con ella y por ella. No es por tanto visible en el sentido institucional o social del término, es más bien fenómeno, en el sentido de lo que se muestra, pero incluso más que fenómeno, epifanía. Sí, la buscamos, por eso es intento, pero no según un ideal ya conocido o preconcebido, sino como si se buscara algo sin saber muy bien qué, sin imagen con la que contrastar lo buscado: una intención que busca ser intuida… que sólo puede ser intuida.

De otra forma: se trata de vivir la iglesia en los márgenes de lo que generalmente se llama iglesia. Descubrir la comunidad en los que no tienen comunidad. Abrir e incluir en lugar de cerrar y excluir. Esta comunidad de deberes infinitos hacia los otros y las otras abraza. Da y se da. Se encuentra. Se pierde. Aparece y desaparece, como un sueño; pero como sueño, si bien la imagen de esa iglesia es difusa, un tanto borrosa, como las imágenes de los sueños al despertar, no deja de ser buscada y encontrada: hay que aprender a ver/escuchar/tocar/oler. Hay que aprender a tender hacia Jesús (seguimiento) ¿Dónde está la iglesia? En el entre… entre las seguidoras de Jesús; entre los pobres y excluidos que reclaman justicia del cielo; entre nosotros; entre los gays y lesbianas cristianos; entre los pentecostales gitanos; entre los participantes de las comunidades de fe (y entre ellas); entre tantos otros lugares, algunos esperados, otros inesperados. La iglesia está en el entre, pero ese entre no es un lugar exacto, es acontecimiento y es nombre. La iglesia es el acontecimiento del Nombre, del nombre de Dios entre nos-otros, entre nosotros y los otros y las otras; la iglesia es el acontecimiento de Jesús “entre”.

Y es allí en el “entre” donde reside la función de la teología como escritura. Al menos es una posibilidad que ella, al encontrarse entre, eche luz o muestre el acontecimiento de la iglesia, pero también que le indique su deber. Mejor dicho, ella tiene también un deber: asumir el deber y la responsabilidad compartida en la escritura misma, hacerse cargo y al mismo tiempo acontecer como logos humano, como intento, como búsqueda y expresión de la eclesialidad y su deber. La teología es también intento de comunidad, es comunicación, es lazos y acontecimiento. Es también sueño e imagen borrosa de un sueño y de muchos. Su enseñanza y ejercicio es también eclesialidad, en el entre del diálogo se produce el logos, acontece el logos…. se muestra y se esconde Dios mismo.

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